Queridos lectores:
Sé que últimamente os tengo algo abandonados, pero las obligaciones laborales no me dejan el tiempo suficiente para escribir una entrada con la reflexión y la calma que son necesarias para estos menesteres… Por lo pronto os dejo con dos presentaciones sobre redes sociales y traducción. Una que hicieron Pablo Muñoz y Oliver Carreira en el marco de las IV Jornadas de la ASATI sobre blogs y la web 2.0, y otra que hizo servidora en el marco de un taller sobre traducción 2.0 para La Xarxa.
¡Espero que las disfrutéis!
Mi segunda intentona de ponerme al día con el blog (y me temo que va a haber más debido a la carga de trabajo que sufro ahora) se centra en las redes sociales que cada vez dominan más el ciberespacio y han dado lugar a lo que ha venido a denominarse web 2.0. o web social. Aunque mal gestionados este tipo de recursos pueden constituir una ingente pérdida de tiempo, si se utilizan de manera inteligente, pueden resultar una más que interesante fuente de información e, incluso, una manera de establecer contactos profesionales y, por qué no, de que surjan posibles colaboraciones y trabajos.
Podemos ser usuarios pasivos o usuarios activos de este tipo de recursos. En el primer caso, nos limitaremos a consumir información, lo cual está bien para empezar porque nos enteraremos de muchas cosas. Sin embargo, la gran ventaja de estos medios es lograr una mayor presencia en la web, lo que acaba creando una identidad digital. Participar en la web social, y hacerlo bien, crea inevitablemente VISIBILIDAD, lo cual nos puede aportar contactos, enriquecimiento personal y profesional, oportunidades de colaboración, trabajo etc. Sin duda, las redes sociales son un espaldarazo fundamental para lo que ahora se llama networking y que, no nos equivoquemos, ha funcionado toda la vida. ¿Quién no ha preguntado por un dentista o fontanero de confianza a sus amigos antes de buscarlo en las páginas amarillas o en la red? Así pues, cuanta más aplia sea nuestra red social, cuanta más gente sepa quiénes somos y a qué nos dedicamos, mayor será la probabilidad de que se pongan en contacto con nosotros y surjan oportunidades interesantes de negocio.
¿Y cómo podemos participar de esta revolución 2.0? Pues es bastante sencillo… Sólo se necesita algo de tiempo e interés: empezar leyendo blogs y haciendo comentarios con contenido (no vale “qué bonito o qué interesante”) en los que expongamos nuestra opinión; abrir una cuenta en Twitter y diseminar la información que nos llegue y que pensamos puede resultar útil para la comunidad; crear un perfil en LinkedIn y buscar a gente que tenga nuestros mismos intereses e inquietudes así como contactos profesionales que hayamos establecido durante nuestra vida laboral; escribir un blog y compartir con la comunidad nuestros conocimientos y esperar que los demás usuarios lo enriquezcan con comentarios y sugerencias etc.
Es justo decir que es más que probable que, al principio, nos expongamos el riesgo de padecer una “sobrecarga informativa” debido al aluvión de mensajes que podemos llegar a recibir. En mi experiencia como docente he observado que tan nefasta es la privación del acceso a la información como el exceso de la misma. Por ello, en mis cursos, intento siempre filtrar y seleccionar esa información y dar claves a mis alumnos para que puedan, con el tiempo, saber dónde buscar información relevante, distinguir qué tipo de información les resultará útil, quién es fiable y quién no etc. Con el tiempo, después de leer bastante, al final uno acaba creándose un criterio bastante acertado que le permite ahorrar tiempo y sacar el mayor jugo posible de este sistema que, como la vida misma, no está exento de cierto caos.
A continuación paso a detallar algunas de las plataformas que yo utilizo y explico para qué me sirven en mi desarrollo profesional:
Y hasta aquí el post de hoy. Seguro que muchos de vosotros utilizáis este tipo de tecnologías, tenéis experiencias enriquecedoras o conocéis otro tipo de recursos que, si queréis, podéis compartirlo a través de los comentarios para así aplicar la teoría y hacer web 2.0. :)
Acabo de leer este artículo en El País y, tras lo que comenté en mi anterior post sobre las particularidades de la lengua china, me ha llamado poderosamente la atención, ya que considero que es un buen ejemplo de un problema de localización. Leyendo esta historia uno es más consciente, si cabe, de que la traducción, y por ende, la localización, deben implicar mucho más que el simple trasvase lingüístico: hay una gran cantidad de factores culturales, socioeconómicos y políticos que pueden hacer que un producto triunfe o no en otro país o “local” y que se han de tener en cuenta antes de lanzarse a la aventura de conquistar nuevos mercados.
Quizás el señor Zuckerberg y otras otras muchas compañías occidentales debieran invertir más en hacer una buena investigación de mercado y cultural en vez de limitarse a “traducir” su producto y esperar que los conceptos occidentales de red social, foro o navegador sean aceptado en otra cultura sin resistencia alguna. Espero que disfrutéis la lectura:
EFE – Pekín – 24/02/2009
Con cerca de 175 millones de seguidores, la red social Facebook se mantiene como el fenómeno más de moda en Internet, pero, irónicamente, no termina de triunfar en China, donde se encuentra la mayor comunidad de internautas del mundo, unos 300 millones.
Aunque las estadísticas no son oficiales, se calcula que sólo uno de cada mil internautas chinos utiliza Facebook, confirmando que la red de Internet en China sigue siendo un mundo virtual aparte, pese a los esfuerzos de las grandes empresas de la web 2.0 por entrar en él.
Ya ocurrió antes con otras: Google, el buscador estrella en todo el mundo, se ve superado en China por su rival local, Baidu.
En cuanto a portales de correo y noticias, Yahoo se encuentra con la dura competencia de Sina y Sohu, aunque la encarnizada rivalidad entre estas dos le da algo de tregua. Y en el campo de la mensajería digital, la china QQ es la más popular en el país, por encima del Messenger de Microsoft.
Las razones del fracaso de Facebook en China son muchas veces similares a las de los casos anteriores: factores culturales, políticos y comerciales, que sumados abren una barrera entre los usuarios de Internet chinos y los de Occidente.
“Tenemos diferentes intereses”, resume al respecto un especialista en tecnologías de información que tiene un popular blog tecnológico en China, Sijian. Según él, “los jóvenes chinos prefieren el formato BBS (los clásicos foros de Internet) y no tienen tanto interés en ampliar su círculo propio de amigos”, una de las motivaciones de muchos usuarios de Facebook en otros países.
Los internautas chinos “son consumidores de contenido, no creadores”, destaca en su blog otro internauta chino, gerente de la compañía eThinker, como otra de las razones culturales que impiden la llegada de más internautas chinos a Facebook.
El fenómeno de la censura ayuda a mantener estas diferencias: en los foros, los chinos suelen hacer comentarios bajo seudónimos y se sienten con ello más libres para criticar, mientras que en Facebook suele primar el usuario que da su nombre real y otros datos personales.
Y hay ocasiones en que la censura ha afectado de forma más directa a Facebook: le pasó en verano de 2008, cuando lanzó su versión en chino mandarín y a las pocas horas estaba bloqueada (sospechosamente, algo similar le ocurrió meses antes a YouTube).
A los pocos días el servicio regresó a la normalidad y hoy es accesible, pero el debut con mal pie de Facebook en China pudo influir en que muchos usuarios se interesaran por otros de sus competidores.
Ahí radica otro de los problemas: los cientos de versiones de Facebook en el país asiático, algunas de ellas imitando hasta el color azul de su logotipo, y que suponen una dura competencia que además resulta difícil de “eliminar” a través de compras o acuerdos de colaboración, debido a las trabas legales de China para que compañías extranjeras adquieran acciones de sus firmas locales.
Antes de que Facebook fuera popular en el mundo, ya había redes chinas que como ella nacieron en las universidades, tales como Xiaonei, originada en diciembre de 2005 en la pequinesa Universidad de Tsinghua y que cuenta hoy día con unos 15 millones de usuarios (una cantidad que convierte en anecdóticos los 300.000 que Facebook tiene en el país).
Xiaonei no es la única: una de sus competidoras, Zhanzuo, tiene siete millones de miembros, y también son muy populares las webs sociales Kaixinwang (“Red Feliz”), tanto que a la original le han salido al menos cuatro versiones clónicas.
A finales de 2008, la prensa especializada habló de un intento de Facebook para comprar Zhanzuo por 85 millones de dólares, aunque posteriormente la firma estadounidense de Mark Zuckerberg negó tal posibilidad.
Ventajas legales para las empresas chinas sobre las extranjeras, reticencias de los usuarios chinos para entrar en una red tan amplia e internacional… son todavía muchas las razones que por ahora dificultan el echar una “guerra de pandillas” con los internautas del gigante asiático.